lunes, 1 de noviembre de 2010

Los jardines de enseñanza de Maalouf, una fiesta literaria


Los jardines de enseñanza de Maalouf, una fiesta literaria

 Laura Fdez-Montesinos

      Desde las primeras líneas de León el Africano, una de las obras maestras de Amín Maalouf, el laureado escritor franco-libanés, se degusta con intensidad y emoción, cada una de las palabras de la poética narrativa de este autor que envuelve desde el primer instante, no sólo por su magistral literatura y soberbia narrativa, sino por la excelsa selección de historias, que sin perder jamás el finísimo humor que lo caracteriza, nos hacen volar en pasajes reales hasta países lejanos en el tiempo y el espacio, y que nos conducen a recapacitar acerca de la ruptura que provocamos unas civilizaciones sobre otras, por ideologías extremistas, agrediendo a nuestros propios vecinos, y las consecuencias que estos actos de intolerancia han provocado en el mundo moderno.
      Maalouf ha sido reconocido con importantes premios, como el Goncourt, el premio literario de mayor consideración en Francia, todo un símbolo; y el Príncipe de Asturias, concedido, según el jurado, por “haber logrado abordar con lucidez la complejidad de la condición humana, y trazar una línea propia hacia la tolerancia y la reconciliación”.
      De Maalouf se ha mencionado que es un autor “incómodo”, por su postura conciliadora entre los pueblos. Ha elevado su voz en foros internacionales, criticando con su natural elegancia las prácticas políticas invasivas de unas sociedades sobre otras. “El mundo occidental pretende imponer su “democracia” a toda costa en todos los países, al tiempo que rechaza cualquier otra forma de convivencia”.
      Nacido en Beirut, el Líbano, y exiliado en Francia a consecuencia de la sangrienta guerra civil que asoló su país, inició desde ahí una carrera imparable en el periodismo, y posteriormente en la literatura que maneja con magistral preciosismo, sin dejar nunca de preocuparse por la situación actual de los países Mediterráneos, por poner de manifiesto la cantidad y diversidad de culturas que lo componen, y su inquietud por la creciente desigualdad y exclusión de algunas de ellas.
      Convivió de igual forma con la religión cristiana de sus padres como con la de sus vecinos musulmanes, adaptando ambas, lo que queda reflejado en sus obras, y en su ánimo por hacer entender al mundo occidental que todos somos una humanidad, y que la tolerancia con las distintas sociedades que componen el mundo es la única salvación.
      “Desde que me exilié a Francia, siempre me ha extrañado el desconocimiento mutuo entre cristianos y musulmanes. Tengo la impresión de que tanto unos como otros nos basamos exclusivamente en prejuicios. Desde que vivo en occidente he defendido que el deber moral de quienes estamos a caballo entre dos civilizaciones, es tratar de disipar algunos de estos malentendidos”. Amín Maalouf.
      En su compromiso con este ideal, está apoyando al “Legado Andalusí”, en Granada, España, un ambicioso proyecto destinado a recuperar en lo posible las importantes bases culturales legadas por la civilización islámica, cuna para el desarrollo del Renacimiento.
      “Al-Andalus es un espacio simbólico, un momento privilegiado de la historia, uno de los grandes momentos de la civilización en que personalidades como Maimónides o Averroes dieron un impulso al pensamiento, a todas las manifestaciones culturales. Tenemos verdadera necesidad de construir algo positivo en torno a este mito positivo” 
      Ha llegado a hacer suyas las palabras del preceptor del califa cordobés de Al-Hakam II, dueño de la mayor biblioteca de Europa en la Edad media: “todas las tierras, en su diversidad, son una, y los hombres todos son vecinos y hermanos”.
      “Hay que mostrar la importancia de esos encuentros que se dan ocasionalmente en la Historia, como Al-Andalus y no sólo señalar momentos de rupturas”.
      En “Identidades Asesinas”, expresa su preocupación por la militancia de la identidad, es decir, el predominio y la instalación de una visión restrictiva y excluyente de lo que somos.
      “La identidad debe ser una ocasión para enriquecerse y no una excusa para hacer prevalecer una parte. Se trata de asimilar, aceptarse, tolerar. La identidad está en el centro del debate del s. XXI.”.
      El “Desajuste del Mundo, cuando nuestras civilizaciones se agotan”, su último ensayo, ha sido denominada como “una ducha fría contra la indiferencia”. En ella aboga por la universidad de los valores y el respeto a la diversidad de culturas:  
“Occidente ha perdido una parte de la credibilidad moral, sobre todo a los ojos de la población del mundo árabe”. No respeta la dignidad de las personas, no respeta sus propios valores. ¿Cómo no sentir ira ante una insensibilidad generalizada?”
“La idea de unicidad de culturas es la idea principal cuando se ve lo que ocurre en el mundo. Constituye un verdadero antídoto del que tenemos necesidad. Se trata de buscar un sueño aglutinante para tender puentes”.
      La primera obra de Maalouf, “Las cruzadas vistas por los árabes” es un delicioso ensayo que recoge las versiones de voces de cronistas y “cuenta-cuentos” de diversos países de tradición cultural árabe, en la que se evoca la diversidad en la realidad histórica. La contaminación que la historia sufre según el bando del narrador, y las consecuencias que nos ha acarreado como civilización, el contar con un único dictado, una única versión de una realidad que con frecuencia sufre distorsiones.
      Si es un verdadero deleite leer y releer los pasajes de esta primera obra, es sublime la segunda, “León el Africano” es sencillamente una obra de arte.
     Narra la historia real de Hassan Ibn Muhammad, afamado geógrafo granadino, que tras la toma de Granada por los Reyes Católicos, huye con su familia a Fez. Tras múltiples aventuras, es secuestrado por enviados del Vaticano que buscaban un diplomático, y debe permanecer bajo el dictado del papa, convertirse al cristianismo, y obligado a regresar a Granada para instar a los “rebeldes” moriscos a seguir su ejemplo.
     “Los Jardines de Luz” son una alegoría a la tolerancia. En los albores del cristianismo, Mani es arrebatado a su madre e ingresado en una secta cristiana represora y dictadora, donde no se permitía ni siquiera la creación artística. Cualquier falta se castigaba con exceso, y estaba prohibido renegar. Mani escapó y recorrió el mundo predicando la libertad y la tolerancia. Fue asesinado por sacerdotes zoroastristas. Un siglo más tarde, San Agustín, exmaniqueo, abolió las ideas de libertad y tolerancia de los maniqueos, que fueron perseguidos y desaparecidos para siempre.
      “Samarcanda” registra la vida y poesía del gran poeta persa Omar Kayyam.
     La Roca de Tanios” , premio Goncourt, plantea, en clave de finísimo humor y maestría, el problema de la identidad de culturas, comparando a un “bastardo” de procedencia, con la cultura y sociedad “bastarda” por su mezcla y diversidad.
      “El Primer siglo después de Béatrice” es un alegato a favor de la mujer, “liberada” pero sometida al mundo laboral y emocional masculino.
        “Identidades asesinas” muestra su preocupación por la situación de la identidad nacional excluyente de otras ideas, civilizaciones, sociedades.
     “Temo que la idea militante de identidad y de identidades nacionales, predomine y se instale una visión restrictiva y excluyente de lo que somos. La identidad ha de ser una ocasión para enriquecerse y no una excusa para hacer prevalecer una parte. Se trata de asimilar, de aceptarse, de tolerar. La identidad está en el centro del debate del s. XXI”
“La unidad de cultura es la idea principal que asumir cuando vemos lo que ocurre en el mundo. Constituye el antídoto que necesitamos para el buscar el sueño de aglutinar, tender puentes entre pueblos”.
“No es casualidad que los lugares que fueron en su día encuentros de culturas se vean hoy día amenazados. Hoy día hay más cultura amenazada que en el pasado. Somos bárbaros a pesar de nuestros aviones y nuestros televisores”.
 “Se piensa que si vamos cada uno por nuestro lado, si cada uno se instala en su propio territorio, las cosas irán mejor, y eso no es cierto”.
      Con esta elegancia, tanto en su expresión, como en su literatura, expresa Maalouf su malestar por los sucesos presentes, y trata de mostrarnos con sus novelas y ensayos, que procedemos de una hermandad, aunque nunca hayamos aprendido del pasado, sino que arreciemos nuestra barbarie como sociedad.
       
      Este artículo contiene extractos diversos de entrevistas televisadas, del Diario El País de España, y digitalizadas por el Legado Andalusí.

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